Desde pequeño fui diferente, aprendí a leer a los tres, a los quince les dije a mis padres (católicos) que el día que muriese era mi deseo que me cremasen, que no quería usar espacio para algo que ya no estaba, he de aclarar que se lo dije en una cena de Navidad.
Mi madre antes de ir al trabajo me dejaba con un libro, Mi Primer Sopena si mal no recuerdo, me llamaba la atención porque la palabra Jirafa se escribiese así, si la ¨J¨ era porque tenía una reminiscencia de su cuello? y sí, siguiendo esa premisa, las letras tenían esa característica…
Ya más de grande recuerdo que cogí mi bicicleta para dar una vuelta al barrio, tenia ocho o nueve años, solía dar una ¨pequeña vuelta bien larga¨ para cansar mi mente y también mi cuerpo, esa tarde no pude, nada más dos manzanas al salir de casa me di cuenta de que en la acera caminaba una mujer muy mayor, pero no solo era mayor, sus ropas también lo eran, sus agujeros dejaban ver su piel, curtida por el sol y por vaya a saber por qué vida, no fue eso lo que me sorprendió, lo que me sorprendió como con su débil cuerpo, que casi casi arrastraba, ponía toda su fuerza en sostener una bolsa con pan; ese día me dolío ver tanto como la muerte, y las ganas de vivir, se encontraban en la misma persona, y tan obvio pero a la vez tan doloroso, me di cuenta de que la naturaleza humana tiende a conservarnos con esperanzas a pesar de las circunstancias.
Al llegar a casa, entre lágrimas, me preguntó mi padre que me pasaba, le dije que ¨me dolía¨ ver a esa señora, que no debía de estar caminando y que alguien tendría que ayudarla, es más, y agradezco a mi padre por su bendita paciencia, le pedí que me acompañase a buscarla que seguramente estaba por allí. Lo hizo, la fuimos a buscar, pero ya no estaba.
Hoy en mi cabeza esa mujer se llama EMPATÍA, dicen que las cosas que vives de pequeño te marcan, tal vez sea así… …soy médico.
Ser médico me ayudó mucho, sobre todo a valorar la vida, a sentir lo que el otro siente, a ponerme en su lugar.
Cuando a mi hermano de pequeño se le ponían los labios azules, cuando le faltaba el aire, recuerdo que no podía dormir hasta que él estuviese bien, soy su hermano no su padre, (mucha terapia aclaro esa circunstancia) pero cómo explicar a mi terapeuta que sus labios azules se sentían como si fuesen míos.
Después de años la vida me premió con el regalo más bonito, una hija, que a pesar que mi nihilismo es importante, recuerdo las palabras de un amigo que me decía: ¨te has dado cuenta que sólo los idiotas tienen hijos?¨
Me puse a pensar mucho en sus palabras y la verdad que no me molestaron, es más, sabía que el día que naciese, sería mujer, que sería fuerte y yo intentaría (intento) que su crianza este cargada de valores como la empatía.
Al nacer no le puse pendientes, me dolía pensar el solo hecho que unos pendientes atravesarían esas perfectas y delicadas orejas, es muy guapa aún sin pendientes, y por sus pestañas ¨Disney¨, como le llamó una paciente mía al ver su foto, todos se dan cuenta de que es niña.
Hoy sentado en mi cocina, ella durmiendo y yo escribiendo, me doy cuenta de que la empatía no se enseña, se tiene o no se tiene, cada minuto que pasa, una pandemia se lleva a un ser humano, y sin embargo, gobiernos (sin importar de donde) aprovechan incluso esta tragedia para ser ¨políticos¨ y no empáticos, la gente, compra como si tuviese un búnker, no deja para el resto, el mundo ha parado, incluso para los que pensaban que tenían el mundo en sus manos, y que paradoja, un virus, algo que no se ve, que no se siente, lo ha colapsado.
Ahora les quiero contar cuál es el arma, la única arma para este virus, tampoco se ve, tampoco se siente, pero al igual que este virus, puede girar al mundo si esta acción se viraliza.
Si dejamos de consumir sin sentido, china no se vera a obligada a producir o contaminar más de lo necesario, si se destinan fondos para la educación, incluso en las zonas donde los animales salvajes habitan, algún chino aprenderá que de nada le sirve comerse un animal salvaje para incrementar su virilidad, su existencia o nada de nada.
Si dejamos de ser déspotas y arrogantes, aprenderemos de los errores, aprenderemos que hay sitios en donde la tragedia se repite y que hay lugares en donde aún, aún se pueden evitar muertes.
Si fuéramos mas civilizados, compartiríamos nuestros bienes, seguramente si faltan mascarillas y guantes, es porque en algún lado alguien tiene la mayoría.
Si supiéramos amar, el dolor del otro seria el nuestro, por ende el amor del otro también nos llegaría.
La EMPATÍA, sí La EMPATïA, es la única arma que detendrá este virus, y no solo el virus, sino todos los males de nuestra sociedad.
Estamos aprendiendo la lección? Añoramos ir a gastar un pastón en un móvil que se hace en China y que no necesitamos? Queremos dejar dinero en un partido de fútbol en donde los futbolistas que ganan millones (porque nosotros aplaudimos más los goles que a los sanitarios) no donan sus millones en esta situación. Queremos seguir dando nuestro voto a gobiernos necios que carecen de compasión? bufff. la lista es larguísima.
Y sobre mi título, dónde y con quién te gustaría estar si este fuera el fin del mundo…
La respuesta es muy simple, si eres una persona empática seguramente estarás en paz, y si la muerte te encuentra, te encontrara con quien debes y en donde puedes.
En la linea de fuego salvando vidas, detrás de un ordenador escribiendo para generar conciencia, haciendo las compras a tus vecinos, cuidando de esos animales que ya no tendrán dueños, o sin salir de casa, cogiendo la mano de tus hijos, y explicándole que el mundo tiene salvación, siempre y cuando seamos empáticos.