Hay un amor que casi no se tiene en cuenta en ninguna novela, el amor a uno mismo, si empezaran las historias con el amor a uno mismo difícilmente las princesas necesitarían ser rescatadas, el príncipe no debería demostrar nada a nadie rescatando a ninguna princesa o príncipe y el dragón seguramente viviría y dejaría vivir…
Cuando me llegan pacientes con algún mal de amor, después de varias sesiones entienden que mejor que media naranja es naranja entera, que dos naranjas funcionan mejor que una hecha de a medias, que lo mejor es compartir y no necesitar; pero para llegar a ese camino se necesitan varios desvelos, varias lágrimas y seguramente varias sesiones.
En un mundo sin coronavirus todo funcionaba casi perfecto, nuestros desamores se solucionaban con Tinder, Grinder, Meetic, cenita en plan pijo para mostrar las mejores plumas del pavo real, seducir, gustar, cuatro palabras… …y mañana todo igual.
También existían otras alternativas, despertarse con la misma persona, deseando que sea la hora de ir a trabajar, luego de ir al gym, luego de llegar a casa, despedir a la canguro, besar a la Mrs. o al Mr. … …y mañana todo igual.
Existe otra versión, en donde uno encuentra a su media naranja, este o esta reemplazan todo lo que papi o mami dejo vacío y como peluche te abrazas a él o ella cerrando los ojos y diciendo que todo lo que esta afuera es irreal y malo, que lo tuyo es único he irrepetible y que Romeo y Julieta se lo perdieron por gilipollas.
Y luego llego el virus! Nos quito la vida social primero, luego y casi de manera abrupta, la mayoría de nuestras libertades, y sin decir nada nadie, todos de a pocos no empezamos a dar cuenta que un simple abrazo nos podría llevar a un hospital, y de a poco, y sin decir nada nadie, nos obligó a elegir por quienes estaríamos dispuestos a morir, a quienes amamos de veras como para cuidar, si estamos preparados a estar encerrados con quien elegimos o incluso si estando encerrados con nosotros mismos nos llevamos lo suficientemente bien como, y casi casi como un monje budista, poder estar en semejante calma para saber exactamente que estamos haciendo con nuestras vidas.
Vivir no es lo mismo que sobrevivir, amar no es lo mismo que necesitar.
Una persona entera no necesita otra mitad, pero una persona entera puede perfectamente compartir su tiempo en este imperfecto, y a la vez tan interesante experimento, que alguien decidió llamar VIDA. (version Post COVID-19)
